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El Invunche.

martes, 25 de agosto de 2009

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El Invunche.


Leyenda de Chiloé

Se dice que cuando los brujos necesitan de un cuidador para su cueva, raptan al primogénito de alguna familia. También se cree que muchas veces es el mismo padre quien vende al niño o lo regala, a cambio de favores de parte de los brujos.

Este niño es el Invunche (también conocido como Ivunche, Imbunche, Vuta Macho, Machucho o Chivato de la Cueva), a quien los hechiceros deforman quebrándole una pierna, la que luego le tuercen sobre su espalda. También le doblan la cabeza hacia atrás y sus orejas, boca, nariz y dedos son torcidos igualmente. Además, le aplican sobre su espalda un ungüento que le hace crecer un pelo grueso.

Para caminar se apoya en su pierna buena y en sus dos brazos y manos, por lo que se dice que anda en tres patas. El Invunche no puede hablar y solo emite sonidos guturales y desagradables parecidos al balar de un chivo. Además, los brujos le parten la lengua en dos, para que no pueda revelar los secretos de su secta; existen historias sobre invunches que lloran bajo la Luna, como si recordaran a su familia.

Durante el período de lactancia es alimentado con leche de gata negra (mujer india). Después con carne de cabrito (niños de corta edad) y, a partir de la juventud, de carne de chivo (carne de adulto). Los alimentos deben serle servidos solo por los brujos.

Su función es proteger la entrada de la Cueva de los Brujos, participar en algunos rituales y arbitrar como un patriarca en algunos juicios.

Si bien debe permanecer en su puesto, en ocasiones el Invunche sale, cuando escasea el alimento o cuando los brujos lo utilizan como un asesino a larga distancia para aquellos que se atreven a interponerse en el camino de los hechiceros.

El Caballo Marino.


El Caballo Marino.

Leyenda de Chiloé

Parecido a un caballo corriente, pero de largo hocico, con patas en forma de aletas y una firme cola propulsora, semejante a la cola de un pez, los Caballos Marinos habitan en gran cantidad en los mares frente a la Costa Occidental de la Isla Grande de Chiloé. Se alimentan de algas marinas, especialmente de luche y cochayuyo, por lo cual se explica su color verdoso amarillento oscuro.

Sólo los Brujos pueden ver a los Caballos Marinos, y por eso son ellos quienes pueden aprovechar los servicios de estos hermosos animales.

Como es sabido los Brujos tienen la capacidad de volar, ya sea usando el Macuñ, o transformándose en algún tipo de ave. Sin embargo las leyes de la Brujería, le impiden utilizar estos métodos para llegar al Caleuche, del cual forman una importante parte de la tripulación. Para abordar el Caleuche sólo se le autoriza usar a los Caballos Marinos como medio de transporte.

Durante los recorridos submarinos del Caleuche, los Brujos aprovechan la oportunidad para elegir Caballos Marinos de su grado, a los cuales le colocan su marca para que el animal quede en forma permanente a su servicio.

Cuando el brujo necesita viajar en el Caballo Marino, se acerca a la orilla del mar y lanza cuatro silbidos especiales. Con el último silbido, aparece el Caballo marino siempre fiel y atento al llamado de su amo, el cual se acerca al brujo, entonces éste lo enlaza con una cuerda hecha de sargazo y le palmotea las ancas, para luego subirse al suave lomo del animal. Luego el Caballo Marino se desliza velozmente tras el Caleuche, dejando una estela en la superficie de las aguas y adelantándose a cualquier otra criatura marina.

Cada brujo puede tener más de un Caballo Marino. Los hay pequeños para uso personal, y otros tan grandes que pueden transportar comitivas completas de 13 Brujos.

Los caballos marinos tienen una corta vida de sólo 4 años y cuando mueren se convierte en gelatina, que luego se disuelve en el mar.

Aparte de todo lo dicho antes, la presencia del Caballo Marino cerca de los corrales de pesca, augura pronta escasez de peces.

La Fiura.

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La Fiura.

Leyenda de Chiloé

Pequeño monstruo, en forma de mujer; el mito la muestra habitualmente, danzando sobre la débil alfombra, de un balanceante “hualve”, sin temor a que, en cualquier instante se rompa y la trague el pantano. Detiene su baile, para contemplar su horrible rostro, en el espejo de un charco y peinar su larga cabellera con un reluciente peine de plata. Contonea, coqueta, su exuberante busto y corre ágil, haciendo flamear su breve pollera roja, entre los troncos quemados de los roces, mimetizando sus miembros, con los semicarbonizados ganchos de los árboles. Se escabulle entre los matorrales, en busca del fruto de las espinosas “chauras”, que come con glotonería. El más leve ruido la asusta, adoptando de súbito, caprichosas y convulsionantes posturas; hace muecas horrendas con feísimo rostro y con sus ojos chispeantes, casi ocultos por una descomunal nariz; alarga sus brazos en todas direcciones y mueve nerviosamente los dedos deformes de una enorme mano, en demanda de una víctima, para “tirarle un mal aire”. La Fiura, hija única de la Condená, es la mujer del viríl Trauco, más esto no le impide ofrecer su amor a todos los hombres, a quienes impone, como severa condición, aceptarla con los ojos cerrados. No admite mirada alguna, ni siquiera la de los animales, sin aplicar al instante su castigo: El osado que se atrevió a mirarla, quedará torcido en algún lugar de su cuerpo. Si quien la mira es un niño o un animal, le deforma generalmente las extremidades, haciéndoles imposible la marcha, los tulle. Luchar contra ella, es tarea imposible; posee una fuerza y destreza tal, que cuantos hombres quieran pueden pelear con ella, pero los deja a todos maltrechos y contusos, cuando no quedan “teldelde” (trémulos). En cambio a ella, no se logra asestarle un solo golpe: “es como pegarle a la sombra” . Las deformaciones causadas por la Fiura, son prácticamente incurables; en casos afortunados, se consigue alivio, utilizando el siguiente tratamiento: al amanecer se corta una rama de la enredadera llamada “pahueldún”, una vez transportada junto al enfermo, se la azota, hasta arrancarle la savia; líquido que debe beber el enfermo y enseguida se la lleva arrastrando hasta la playa, para lanzarla al mar (en Europa, los pueblos primitivos realizaban una ceremonia parecida, con el árbol, que representaba el espíritu de los árboles). Por haber obtenido, con ello, buenos resultados, también se aconseja tomar raspaduras de “Piedra de Ara”.

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